Cristina Pedroche ha contribuido a popularizar esta clase de piezas pensadas para recordar los primeros años del bebé y elaboradas también a partir de cordón umbilical, pelos o dientes de leche. Pero no todas las madres sienten conexión con estas creaciones e idealizar la lactancia u otros procesos de la crianza puede resultar problemáticoLa diseñadora Belén Mozas se lanzó a realizar joyas con leche materna cuando le comunicaron que no podía ser madre: “En ese momento solo tenía dos opciones: hundirme o reconducirme. Y decidí explorar la maternidad a través de lo que más amo hacer en el mundo, que son joyas”, cuenta Mozas, fundadora de la marca Morir de Amor, especializada en “joyas emocionales”. Después de mucho tiempo investigando sobre cómo hacer de la leche materna un material apto para la joyería, dio con la clave para “cristalizarla” y transformarla en una piedra cargada de significado.Explica que “durante muchos años, cuando hablaba sobre este tema, la gente se echaba las manos a la cabeza”, hasta que Cristina Pedroche confió en la diseñadora para crear su “anillo de leche”. Cada movimiento de la presentadora tiene una repercusión desmedida y cuando el pasado febrero desveló a sus seguidores su anillo realizado con leche materna (ideado por Mozas), el revuelo no tardó en llegar. A pesar del odio recibido por algunos usuarios en redes sociales, lo cierto es que muchas seguidoras de Pedroche descubrieron la existencia de estas piezas gracias a su publicación y a raíz de la aparición de la madrileña con esa joya especial, los pedidos de la marca se han multiplicado.
¿Cómo se preserva la leche en el tiempo?
Pero ¿cómo se consigue transformar la leche materna en un material adecuado para crear una joya? ¿Cómo se logra preservar en el tiempo si en circunstancias normales no puede estar más de dos horas a temperatura ambiente y nunca más de 4 o 5 días en la nevera? ¿Cuánta cantidad es necesaria para cada joya? Para González, “la cantidad perfecta son 30 ml, con eso da para varias piezas y para conservar una parte que se guarda durante al menos un año a modo de garantía o por si se quiere otro tesoro durante ese año”. Y describe el proceso de creación como algo “único, fruto de un extenso trabajo de investigación”.“Cuando recibimos la leche la mezclamos con unas gotas de conservante líquido y luego la liofilizamos. Así se tiene una joya 100% realizada con su leche, pero que durará para siempre perfecta. Es muy importante procesar correctamente la leche, si no se estropea”, detalla González. El resultado son joyas que, en lugar de tener una gema tradicional o una piedra preciosa engastada, presentan el color blanco de la leche, solidificada y tratada.
Joyas con pelo, cordón umbilical o dientes: no es para todo el mundo
La leche materna no es el único elemento biológico susceptible de convertirse en una gema con la que dar forma a anillos o colgantes. Se emplean igualmente desde el cordón umbilical hasta el pelo del bebé o incluso los dientes de leche cuando se trata de niños algo más mayores. En Tesoros de Vida utilizan también “cenizas, flores o telas especiales”. La fundadora de Morir de Amor va más allá y cuenta que ahora está inmersa en la elaboración de “una pieza muy especial también con placenta, ese órgano tan maravilloso que crea el cuerpo de la mujer para dar vida a su bebé”.Laura Rodríguez, de 32 años, fue madre el pasado mayo y uno de los primeros regalos que recibió fue una pulsera creada con cordón umbilical: “Yo había decidido guardar el cordón de mi hija como recuerdo, pero al ver que ahora iba a tener una joya de aquello que nos unió a las dos cuando estaba dentro de mí ¡me encantó!”. Ahora que su hija tiene más de un año y está a punto de abandonar la lactancia, está inmersa en la búsqueda de una joya de leche.
Sin embargo, a María Ramos, de 33 años, las joyas maternales no le terminan de convencer y aunque en su caso sí guardó el cordón umbilical cuando se soltó de su bebé recién nacido, no se plantea darle ningún uso. “Me encanta guardar recuerdos de todo y documentar cada progreso de mi hija pero no me haría una joya con los restos del cordón, ni tampoco de leche, y eso que mi experiencia dando el pecho fue por suerte muy buena y siempre me gusta rememorar esos momentos”, explica, “aunque entiendo la parte simbólica que pueden tener estas joyas, no encajan con mis gustos”. Si antes había quien guardaba el primer diente de leche en una cajita o atesoraba con cariño los mechones de cabello del primer corte de pelo, en 2024 las joyas maternales se posicionan como el recuerdo preferido entre las más nostálgicas. Eso sí, dado que existen tantas formas de afrontar la maternidad como mujeres, está claro que no todas las madres sienten conexión con estas joyas atípicas.Los peligros de idealizar la lactancia
Este tipo de joyas se conciben como un recuerdo de una etapa supuestamente bonita, pero es importante recordar que la lactancia materna no siempre es un camino de rosas. Celia Padilla, enfermera especializada en obstetricia y ginecología y CEO de la plataforma OhMamá Matrona, explica basándose en datos de la Asociación Española de Pediatría (AEPED) que en España existe “una tasa de lactancia materna del 77,2% a las 6 semanas de vida. Esa cifra cae a 66,5% a los 3 meses y desciende a 46,9% a los 6 meses”. Es decir, hay un 22,8% de madres que nunca dan el pecho.Esas mujeres “que, por el motivo que sea, no dan pecho a sus criaturas son juzgadas y criticadas por ello”, apunta la asesora de lactancia materna Laura Blasco, fundadora de Lactandcia. Y añade que aunque “sabemos que la lactancia materna es el mejor alimento para todos los bebés (…) Sin embargo, yo siempre digo que no lo es para todas las madres. Por encima del método de alimentación que elijamos para nuestros bebés está la salud mental de la madre”. Las semanas posteriores al parto pueden ser especialmente complicadas y en este sentido idealizar la lactancia puede acarrear dificultades añadidas cuando las cosas no funcionan como se esperaba.En opinión de la doctora Carmela K Baeza, médica de familia, experta en medicina de la lactancia y miembro del Centro de Atención a la Familia Raíces, incluso entre las madres que sí dan el pecho, la presión permanece: “Estamos en una sociedad que juzga con dureza a todas las mujeres que se convierten en madres. Todas sienten presión: las que no logran o no quieren dar el pecho tienen que escuchar comentarios como ‘¿Por qué no le das el pecho? Es lo mejor...’ o ‘Deberías esforzarte…’, mientras que las madres que deciden dar el pecho reciben comentarios como ‘¿Ya estás otra vez con el bebé al pecho?’ o ‘Seguro que se queda con hambre’”. Y, más allá de idealizar la lactancia, durante su “experiencia estos 25 años trabajando con madres y bebés, el problema es que se idealiza no ya la lactancia, sino lo que supone tener un bebé - un trabajo de 24 horas al día, 7 días a la semana, lleno de incertidumbre y de dudas y a la vez de alegría. Una lactancia normal hace que el cuidado del bebé sea más sencillo y cómodo, y una lactancia compleja puede hacer que el postparto sea durísimo”.
¿Cómo se preserva la leche en el tiempo?
Pero ¿cómo se consigue transformar la leche materna en un material adecuado para crear una joya? ¿Cómo se logra preservar en el tiempo si en circunstancias normales no puede estar más de dos horas a temperatura ambiente y nunca más de 4 o 5 días en la nevera? ¿Cuánta cantidad es necesaria para cada joya? Para González, “la cantidad perfecta son 30 ml, con eso da para varias piezas y para conservar una parte que se guarda durante al menos un año a modo de garantía o por si se quiere otro tesoro durante ese año”. Y describe el proceso de creación como algo “único, fruto de un extenso trabajo de investigación”.“Cuando recibimos la leche la mezclamos con unas gotas de conservante líquido y luego la liofilizamos. Así se tiene una joya 100% realizada con su leche, pero que durará para siempre perfecta. Es muy importante procesar correctamente la leche, si no se estropea”, detalla González. El resultado son joyas que, en lugar de tener una gema tradicional o una piedra preciosa engastada, presentan el color blanco de la leche, solidificada y tratada.
Joyas con pelo, cordón umbilical o dientes: no es para todo el mundo
La leche materna no es el único elemento biológico susceptible de convertirse en una gema con la que dar forma a anillos o colgantes. Se emplean igualmente desde el cordón umbilical hasta el pelo del bebé o incluso los dientes de leche cuando se trata de niños algo más mayores. En Tesoros de Vida utilizan también “cenizas, flores o telas especiales”. La fundadora de Morir de Amor va más allá y cuenta que ahora está inmersa en la elaboración de “una pieza muy especial también con placenta, ese órgano tan maravilloso que crea el cuerpo de la mujer para dar vida a su bebé”.Laura Rodríguez, de 32 años, fue madre el pasado mayo y uno de los primeros regalos que recibió fue una pulsera creada con cordón umbilical: “Yo había decidido guardar el cordón de mi hija como recuerdo, pero al ver que ahora iba a tener una joya de aquello que nos unió a las dos cuando estaba dentro de mí ¡me encantó!”. Ahora que su hija tiene más de un año y está a punto de abandonar la lactancia, está inmersa en la búsqueda de una joya de leche.
Sin embargo, a María Ramos, de 33 años, las joyas maternales no le terminan de convencer y aunque en su caso sí guardó el cordón umbilical cuando se soltó de su bebé recién nacido, no se plantea darle ningún uso. “Me encanta guardar recuerdos de todo y documentar cada progreso de mi hija pero no me haría una joya con los restos del cordón, ni tampoco de leche, y eso que mi experiencia dando el pecho fue por suerte muy buena y siempre me gusta rememorar esos momentos”, explica, “aunque entiendo la parte simbólica que pueden tener estas joyas, no encajan con mis gustos”. Si antes había quien guardaba el primer diente de leche en una cajita o atesoraba con cariño los mechones de cabello del primer corte de pelo, en 2024 las joyas maternales se posicionan como el recuerdo preferido entre las más nostálgicas. Eso sí, dado que existen tantas formas de afrontar la maternidad como mujeres, está claro que no todas las madres sienten conexión con estas joyas atípicas.Los peligros de idealizar la lactancia
Este tipo de joyas se conciben como un recuerdo de una etapa supuestamente bonita, pero es importante recordar que la lactancia materna no siempre es un camino de rosas. Celia Padilla, enfermera especializada en obstetricia y ginecología y CEO de la plataforma OhMamá Matrona, explica basándose en datos de la Asociación Española de Pediatría (AEPED) que en España existe “una tasa de lactancia materna del 77,2% a las 6 semanas de vida. Esa cifra cae a 66,5% a los 3 meses y desciende a 46,9% a los 6 meses”. Es decir, hay un 22,8% de madres que nunca dan el pecho.Esas mujeres “que, por el motivo que sea, no dan pecho a sus criaturas son juzgadas y criticadas por ello”, apunta la asesora de lactancia materna Laura Blasco, fundadora de Lactandcia. Y añade que aunque “sabemos que la lactancia materna es el mejor alimento para todos los bebés (…) Sin embargo, yo siempre digo que no lo es para todas las madres. Por encima del método de alimentación que elijamos para nuestros bebés está la salud mental de la madre”. Las semanas posteriores al parto pueden ser especialmente complicadas y en este sentido idealizar la lactancia puede acarrear dificultades añadidas cuando las cosas no funcionan como se esperaba.En opinión de la doctora Carmela K Baeza, médica de familia, experta en medicina de la lactancia y miembro del Centro de Atención a la Familia Raíces, incluso entre las madres que sí dan el pecho, la presión permanece: “Estamos en una sociedad que juzga con dureza a todas las mujeres que se convierten en madres. Todas sienten presión: las que no logran o no quieren dar el pecho tienen que escuchar comentarios como ‘¿Por qué no le das el pecho? Es lo mejor...’ o ‘Deberías esforzarte…’, mientras que las madres que deciden dar el pecho reciben comentarios como ‘¿Ya estás otra vez con el bebé al pecho?’ o ‘Seguro que se queda con hambre’”. Y, más allá de idealizar la lactancia, durante su “experiencia estos 25 años trabajando con madres y bebés, el problema es que se idealiza no ya la lactancia, sino lo que supone tener un bebé - un trabajo de 24 horas al día, 7 días a la semana, lleno de incertidumbre y de dudas y a la vez de alegría. Una lactancia normal hace que el cuidado del bebé sea más sencillo y cómodo, y una lactancia compleja puede hacer que el postparto sea durísimo”.